Saturday, February 28, 2009

Lo etéreo del deseo

Sentía que crecía y crecía...pero no tenía memoria de cuando sucedió. Por todo lo que sabía, era como una mariposa que juraba haber siempre sido una.
-“Que frío hace”-se dijo, mientras pensaba en lo extraño que era escuchar su voz. Pensamientos que giran alrededor de lo sucedido: entendimiento, ¿Conciencia? Que ridiculez...el frío, las arañas, los ocasionales insectos, y la pregunta que nos plaga a todos, el origen...

Una comunicación etérea sucedió en ese momento. Ni siquiera se rebajó a las abstracciones de la semántico y fonologías antropomorfas, si no que con una estimulación mental no esperada hasta miles de años mas tarde en fundaciones cósmicas lejanas, se daba un habla, que no era habla en sí. Sentidos eran expuestos, y el otro los recibía; energías eran transmitidas y el remitente las interpretaba. Poco quedaba para la auscultación de quien fuese. Movimientos tan anormales como la brisa del viento, cambiaban el sentido, las energías, los gestos. Así es que si la luz del sol decidiera dirigirse hacia cierto punto, tal punto sería empujado por una coma, y diversos resultados se recibieran. Quisiera concretizar esta descripción, pero siento que no le hago justicia. La lectura de un libro, no describe del todo este flujo tan abierto al estímulo. Lo más cercano, será presentado.

El libro se irguió.
Mientras se abría y hojeaba sus propias páginas con su vaivén particular, la planta recibió su presencia. La reconoció, pero se mantuvo sin moverse. El libro dio un suspiro.
-“Yo tampoco sé de dónde vengo. Pero intuyo que de alguna manera u otra, tenemos mucho en común”-
El libro entendió claramente el mensaje. Aún así, no encontró como esconder su desesperación ante la asumida arrogancia de la planta. Pero la planta creció una pulgada más ese día; una pulgada de entendimiento y miedo de su destino.

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